
[Calle de Arturo Soria. ¡Ay las motos!]
TAXISTA: Y yo: “No, yo estoy puesto delante para que no le atropellen”, y dice: “Ah, vale, vale, vale”.
SEÑOR UNO: Pero, ¿dónde era?
TAXISTA: Era, pues, un tío. Había, pues como aquí en la puerta, pues había un cubo de la basura, entonces vinieron con la moto, y el tío iba borracho, salió de los cubos y los chavales se lo llevaron. Le dieron una hostia los chavales con la moto. Claro, el chaval no se levantaba, con el golpe y la curda que llevaba, pues ahí estaba. Entonces claro, yo cogí el coche, y digo, joé, le van pasar por encima. Entonces llegó el coche de policía, y ah, vale, vale, vale… Ahora voy a pasar por ladrón, no te jode.
SEÑOR UNO: Sí, yo, la verdad, dejé la moto hace un par de años por eso. Porque me llevé un susto y la vendí.
TAXISTA: No, pero si yo entiendo [incomprensible] tienen que pasar muchas cosas con la moto, pero, joé, es que se hacen imprudencias 50.000.
SEÑOR UNO: Ya.
TAXISTA: Y de repente: “¿No me has visto?” “¿No me has visto tú a mí?, que soy más grande, joder”. Y van buscando el…, y no tengo que estar pendiente del, del, del…, tengo que estar pendiente del hueco por el que se me va a meter el de la moto que pueda pasar en un momento dado.
[Callados. Ruido por culpa de la ventanilla bajada. Ruido de una moto acelerando]
TAXISTA: Una vez, me acuerdo, con uno, me dio un susto el cabrón. Vamos, pegué un salto aquí en el asiento. Hijo de puta… No me preguntes cómo era la moto, ni el color; no sé nada, nada. Era por la noche, tarde. Venía de Toledo, por la carretera. Y aquello que miras al espejo y ves una luz hacia…, a tomar por culo, o sea, vamos, ves una luz que es así, y quitas del espejo, y ¡AUAAAUUUUUNN! La madre que lo parió, un ruido [incomprensible] me cago en la puta, digo, fue visto y no visto, o sea [incomprensible, ruido por la ventanilla abierta]